17 Abr, 2020. 17:57 hrs

El relato de un futbolista con coronavirus: ‘Cada vez que me dormía, dejaba de respirar’

Todavía hay personas que no son conscientes de las peligrosas consecuencias del coronavirus. La agresividad con que ataca no distingue edad, raza


Todavía hay personas que no son conscientes de las peligrosas consecuencias del coronavirus. La agresividad con que ataca no distingue edad, raza ni estrato social. Quienes han estado hospitalizados reconocen que ha sido una de las peores experiencias de su vida, como es el caso del futbolista sueco Kamal Mustafa.

El jugador de 28 años, que milita en el IK Oddevold de la tercera división de su país, relató cómo fue su experiencia durante la peor etapa de su hospitalización. La fiebre no bajaba y estaba conectado a un respirador mecánico. “Solo recuerdo querer arrancarme la piel”, relató en conversación con el sitio Goteborgs-Posten.

A finales de marzo comenzó a experimentar síntomas que lo hicieron sospechar de que podía estar infectado. Perdió el olfato y su garganta comenzó a inflamarse.

El 3 de abril llamó a emergencias porque la fiebre no bajaba. Fue hospitalizado en el Hospital Mölndal de inmediato, lugar en que comenzó el infierno. “Lo único que recuerdo es que me coloqué una mascarilla y una capucha sobre la cara para no infectar a nadie”.

“Solo recuerdo querer arrancarme la piel porque tenía mucho calor. Las enfermeras me revisaban cada hora. Nunca he recibido tantas jeringas en toda mi vida, estaba tan enfermo”, señaló.

Debido a que la fiebre no bajaba de los 40°, fue trasladado a la Unidad de Cuidados Intensivos, donde lograron estabilizarlo. “Miré a la derecha, donde la gente usaba respiradores. Miré a la izquierda; lo mismo. Fue entonces cuando entré el pánico”, señala.

“Por lo general, nunca tengo miedo de nada, pero esa sensación cuando entré por la puerta y vi a todas estas personas, médicos y enfermeras, es lo más aterrador que he experimentado en toda mi vida”, reconoce el futbolista.

El relato de Mustafa es dramático y se percibe el terror que experimentó. “Me dieron pastillas para dormir pero no funcionaron. Cada vez que cerraba los ojos me sentía dormido, pero el problema era que cada vez que me dormía dejaba de respirar”.

“No sabía si podía respirar con la boca o la nariz. Y luego tuve un ataque de tos que me hizo despertar de inmediato. Continuaba todo el tiempo. Al final no me atreví a dormir. Me quedé inmóvil solo para mantenerme despierto”, agrega.

Actualmente sigue hospitalizado y con ventilación mecánica. Aunque su estado ha ido mejorando, su relato sirve para concientizar a la población de los peligros del virus, que hasta la fecha ha contagiado a más de 2.2 millones de personas y más de 149.000 han fallecido.


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