15 Sep, 2022. 11:35 hrs

Fiestas de disfraces: ¿Cuál es su origen?

Recibir una invitación a una fiesta de disfraces para la gran mayoría resulta un super panorama, pero ¿de dónde vienen?


People Wearing Lion And Tiger Masks Dancing At Party
Getty Images

Recibir una invitación a una fiesta de disfraces puede generar muchas cosas, pero son casi todas buenas. Y es que, a la gran mayoría de las personas les parece una excusa perfecta para utilizar un atuendo que, en cualquier otra ocasión, no utilizarían. 

Pero si fuiste tú quien recibió esa invitación o eres el flamante organizador de la fiesta, de seguro no te has preguntado de dónde proviene la cultura del disfraz. Y tiene una historia muy interesante y teorías le sobran. Los disfraces llegaron y nunca más los dejamos irse.

La mejor parte de disfrazarse es que puedes ser quien quieras ser solo con un vestuario y maquillaje adecuado. Algunos son más clásicos y prefieren disfraces como los de Superman, Harley Quinn, Cruella de Vil, solo por mencionar a algunos. 

¿De dónde viene la cultura del disfraz?

Los disfraces comenzaron a popularizarse en la antigua Roma, ya que durante la celebración de las saturnales, es decir, fiestas en las que se permitían todo tipo de excesos, muchos ciudadanos se ocultaban detrás de disfraces. ¿Qué buscaban?

Ocultarse. Los disfraces en aquella época se utilizaban para que nadie los reconociera en las fiestas saturnales. De ahí en adelante el disfraz llegó para quedarse (y ocultarse). 

Desde entonces, de vez en cuando, llega una invitación a una fiesta de disfraces como ocasión especial o quizás para celebrar la fiesta norteamericana conocida como Halloween, generando gran interés por parte de quienes asistirán.

¿Qué dice la psicología al respecto?

Muchos psicólogos creen que disfrazarse es una forma de desinhibirse de la rutina y así liberar tensiones, por lo que para la mayoría de las personas, resulta una verdadera experiencia este tipo de celebraciones. 

Normalmente, cuando nos disfrazamos lo hacemos dentro de un contexto (una fiesta de disfraces, un cumpleaños, etcétera.). Así, nuestro atuendo y nuestro comportamiento desinhibido logran escapar de la tiranía del dedo juzgante. Estamos jugando y el resto nos sigue aquel juego.


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